Parece que estar enfadado es algo malo. Que cuando los peques sienten rabia enseguida hay que decirles que no se sientan así, que los “niños buenos no se enfadan”. Pues eso es un gran error.
El enfado es una emoción desagradable, pero es necesaria y positiva porque:
- Facilita que se emprendan acciones para conseguir algo: si me quitan la pintura me enfado para poder recuperarla.
- También facilita la necesidad de marcar límites y protegernos: si me pegan me enfado y me defiendo para que no me vuelvan a pegar.
Así que como ves, el enfado es necesario. Es sano y normal.
Alguna vez te habrá pasado que cuando tu hijo se enfada, te contagias de dicho enfado y vas entrando en una bola de enfado que va creciendo y creciendo como si fuese una bola de nieve. A medida que la rabia de tu hijo aumenta, también lo hace la tuya. Cuando esa bola estalla, y el nivel de enfado desciende, te sientes mal. Piensas que la situación ha podido contigo y no has sido capaz de ayudar a tu hijo a entender lo que estaba pasando.
Tranquila, no eres el única que ha vivido esa situación. Se pasa mal y que da mucha impotencia, por eso te voy a explicar algunos consejos que puedes poner en práctica para controlar los enfados y rabietas de tu hijo. Evitando que esas situaciones se te vayan de las manos.
Voy a dividir el artículo en tres partes:
- ANTES del enfado. Fase de entrenamiento. Para estar preparados antes de que llegue el enfado.
- DURANTE el enfado. Fase para poner en práctica las técnicas que has entrenado anteriormente.
- DESPUÉS del enfado. Fase para hablar de lo ocurrido.
Antes del enfado
Mientras el niño se encuentra en una situación de calma y tranquilidad puedes aprovechar para entrenar la regulación del enfado.
La regulación del enfado se entrena jugando con el niño o contándole un cuento. El peque lo vivirá como algo divertido y placentero que comparte contigo, y sin darse apenas cuenta estará aprendiendo.
Antes del enfado vamos a prestar atención a 3 aspectos:
- Enseñar al niño respiración abdominal, es decir, relajada y calmada.
- Enseñar al niño a identificar la emoción del enfado en la cara y el cuerpo.
- Enseñar al niño a soltar energía de una forma adaptativa (el enfado activa nuestro organismo para actuar, por eso el niño necesita soltar esa energía acumulada).
1. Enseñar al niño respiración abdominal
Te voy a presentar una serie de juegos para enseñar al niño una respiración relajada. Esto te ayudará a calmarlo cuando se enfada y también cuando esté muy agitado.
Es importante que sepas que cuando el niño se enfada su respiración se agita. En realidad esto nos pasa a todos. Inspiramos y espiramos más deprisa porque es la forma que tiene el organismo de activar nuestros músculos y prepararlos para defendernos.
La respiración agitada es incompatible con la respiración abdominal, que se basa en inspirar y espirar de forma pausada y tranquila.
Entrenando la respiración abdominal podemos recordarle al niño que la ponga en marcha cuando se enfade. Su cuerpo se relajará y el nivel del enfado descenderá.
¿Cómo podemos enseñarle este tipo de respiración? Pues te propongo un par de juegos divertidos y muy útiles:
¿Cómo respira el ratón y el elefante?
Esta actividad tiene el objetivo de enseñarle a los niños más pequeños la diferencia entre respirar rápido y fuerte, como el elefante; y respirar lento y suave, como el ratón.
Con este juego los niños podrán distinguir cuándo están teniendo una respiración de enfado (que es la que tiene el elefante) y cuándo una respiración sosegada (la del ratón).
Es importante jugar con el niño, es decir, tú también tienes que respirar como un ratón o como un elefante. Piensa que eres su modelo a seguir, y además así será más divertido para los dos.
El juego consiste en practicar los dos tipo de respiración. Os tenéis que colocar delante de un espejo e imaginar, por ejemplo, que sois ratones. Entonces hacéis la respiración del ratón leeeenta y suaaave. ¡Recuerda! tenéis que coger el aire por la nariz y soltarlo por la boca sin dejar que la respiración empañe el espejo.
Después os convertiréis en elefantes. Ahora como sois un animal más grande y fuerte, vuestra respiración será rápida y fuerte. Las inspiraciones son cortas y las espiraciones son fuertes, haciendo sonido al expulsar el aire. Cuando sois elefantes el espejo queda empañado con el vaho del aire que soltáis por la boca.
Lo podéis repetir varias veces para que quede claro cómo respira cada animal. Cuando le pidas a tu hijo que respire despacio, recuérdale el juego y dile que lo haga como el ratón.
Tengo un globo en mi barriga
El objetivo de este juego es que los niños aprendan la respiración abdominal, en otras palabras, que aprendan cómo hay que respirar para relajarse.
Ya saben inspirar por la nariz y espirar por la boca. También ya han aprendido a respirar fuerte y despacio. Ahora les vamos a enseñar a respirar con la barriga, para que el corazón no bombee tan deprisa y se puedan relajar.
Para jugar a este juego tienes que buscar un lugar en el que puedas tumbarte en el suelo sobre una alfombra, o en la cama y poner música tranquila.
El juego consiste en tumbarse, con la música de fondo, e imaginar que dentro de la barriga hay un globo. Lo vais a hinchar inspirando por la nariz y llevando el aire a la barriga ¡no a los pulmones! Al hacer esto, vuestra barriga se infla como un globo. Después espiráis por la boca despacito, sintiendo como el globo se desinfla.
Si el niño es muy pequeño le puede costar notar como su barriga se hincha. Para que lo pueda ver con más claridad, puedes ponerle un muñeco que no pese mucho encima de la tripa. La idea es que el muñeco suba cuando la barriga se infla de aire y baje cuando expulse el aire por la boca.
Necesitarás repetir este ejercicio varias veces, despacio para que no os mareéis!
Es un juego ideal para practicar antes de dormir y al despertarse por la mañana.
2. Enseñar al niño a identificar la emoción del enfado.
En realidad este aspecto habría que trabajarlo no sólo identificando el enfado, sino también identificando el resto de las emociones. Si quieres saber más sobre cómo identificar las emociones y cómo entrenar a las niños en su regulación, puedes ver este post.
¿Cómo se pone la cara cuando estamos enfadados? ¿Cómo colocamos el cuerpo? ¿Qué sentimos en la barriga? Aquí te dejo algunas actividades que puedes hacer con tu hijo.
¿Necesitas controlar tus gritos?

El juego de la mímica.
Se puede jugar delante de un espejo haciendo los gestos de “estar enfadado”: fruncir el ceño, apretar los labios, cruzar los brazos, apretar los puños y poner la cara roja de rabia.
También se puede jugar intercalando distintas emociones. Primero papá o mamá gestualiza una emoción y el niño tiene que adivinar de cuál se trata. Después será el propio niño el que haga la mímica y los papás tendrán que adivinar.
Conocer cómo está su cuerpo con las distintas emociones, les ayuda a identificarlas mejor en ellos mismos y también en los demás.
Cuéntale un Cuento.
Gracias a los cuentos los niños pueden identificar sucesos que también les ocurren a ellos y aprender distintas formas de solucionarlos. Yo os recomiendo estos:
¡Qué rabia de juego!
El libro cuenta la historia de Toni y Tina que están jugando a juegos de mesa. Tina se enfada mucho porque las cosas no salen como a ella le gustaría (va perdiendo). Se enfada tanto que tira las cosas al suelo y se va diciendo que no quiere seguir jugando. Al final del cuento conocerás la solución han encontrado los dos amigos para que a Tina se le pase el enfado.
Además, el cuento incluye en sus últimas páginas una propuesta de juegos para identificar emociones que podrás hacer en casa, y unas orientaciones sobre qué es la frustración y cómo podemos ayudar a los peques a controlarla.
Cuando estoy enfadado
Este cuento pertenece a una colección de 8 historias que hablan de lo que le pasa a un Conejo cuando está: enfadado, contento, celoso, amable, solo ,triste; cuando tiene miedo; y cuando se siente querido.
En la historia sobre el enfado el protagonista cuenta qué cosas son las que le enfadan, qué le apetece hacer cuando está enfadado y qué le ayuda a calmarse. Además, el libro incluye una pequeña guía para papás donde se habla de la autoestima y lo importante que resulta para aprender a gestionar las emociones.
El libro es muy atrayente y motivador para los niños, con colores y texturas.
La rabieta de Julieta
Julieta es una niña que está jugando en el parque y se está divirtiendo. De pronto su padre le dice que se tienen que ir a casa, pero Julieta no quiere, y se enfada mucho. Su cara se pone muy roja y se va hinchando como un globo. Gracias a su padre consigue calmarse y que su cara se desinfle.
Durante la historia se describe muy bien cómo cambian los gestos de Julieta a medida que su enfado crece. También se describe la actuación de los protagonistas durante el enfado y después de la rabieta, dedicando un rato a hablar de lo ocurrido, padre, madre y hija.
Además, el cuento incluye una serie de preguntas para realizar al niño mientras lo lees. Estas preguntas están destinadas a que se favorezca el diálogo entre padres e hijos sobre el enfado, y también para que el niño pueda identificar si él también se enfada taanto como Julieta.
3. Enseñar al niño a soltar energía
Hace unas semanas tuve una reunión con una mamá de un alumno de 4 años. Me contaba que estaba preocupada porque su hijo, cuando se enfadaba, pegaba a los niños de alrededor. La madre no sabía qué hacer. Había probado a reñirle, a explicarle que eso no se hace… pero no conseguía resultados.
Tuvimos una charla muy interesante. Le conté todo lo explicado en este post y le dije que su hijo necesita soltar la energía que generaba en el enfado. Su hijo necesita canalizar y expulsar la energía de una forma adaptativa.
Y como a ella, os voy a hablar de tres juegos que pueden ayudar a gestionar esos momentos de pegar y romper cosas que tienen los peques cuando se enfadan.
Tocar el tambor (en un cojín)
Cuando el enfado es muy potente y estáis en casa, una buena técnica es usar un cojín como si fuese un tambor. Es sencillo, consiste en darle al niño un cojín y permitirle que lo golpee con sus manos hasta que se relaje.
De esta forma está soltando la energía acumulada del enfado sin hacer daño a nadie.
Si pones en práctica este ejercicio, no olvides estar con el niño todo el tiempo. Esto lo ayudará a tranquilizarse y más tarde podrás acogerlo para hablar con él.
Aplastar una bola de plastilina roja
Este ejercicio es uno de mis preferidos.
Consiste en darle al peque una bola de plastilina roja (porque el color del enfado es el rojo) y dejar que la manipule durante su enfado. La puede aplastar, estirar, tirar el suelo…
Recuerda que estamos en la fase de ANTES del enfado. Fase de entrenamiento. El niño está en calma y divirtiéndose con la plastilina. Es un buen momento para explicarle que al aplastar/golpear/estirar la plastilina los enfados y las rabietas salen de él y se quedan pegados a la plastilina.
El bote de la calma
Este truco sirve para que el niño suelte la energía del enfado y se calme. Durante este ejercicio se pone en práctica la respiración abdominal.
Si no tienes un Bote de la Calma hay que construirlo. Es importante fabricarlo con el niño para que se sienta involucrado desde el primer momento. Se le puede decir:
«Vamos a construir un bote mágico! Un bote que nos quitará los enfados!!»
En el artículo El Bote de la Calma que quita los enfados, puedes ver más detalladamente cómo crear y cómo incorporar a la dinámica familiar un bote de la calma.
Cómo se usa:
Cuando el peque se enfada se le da el bote para que lo agite tan fuerte como necesite y tantas veces como le haga falta.
Al agitarlo la purpurina se mueve por todo el bote y al parar de agitarlo, poco a poco se va asentando en el fondo. Se aprovecha ese momento para ver como cae la purpurina despacito. Tienes que conseguir que el peque se centre en la purpurina. Se le puede indicar que sus emociones se están moviendo tan deprisa como la purpurina, pero al igual que ella poco a poco van encontrando su sitio. Acompañamos a la purpurina con la respiración abdominal explicada más arriba.
Se puede repetir tantas veces como sea necesario. Y recuerda! La respiración relajada es incompatible con el enfado, por eso es importante unir el agitar el bote con la respiración tranquila.
Durante el enfado
Imagina que tu hijo está viendo sus dibujos preferidos en la tele. Ya lleva mucho rato, además es tarde y decides que ya es hora de irse a la cama. Cuando se lo dices, él no quiere dejar de ver sus dibujos y… se enfada mucho.
Comienza a gritar, patalear… se le pone la cara roja, le da golpes al sofá…
Muy bien, pues ya estamos en la fase DURANTE EL ENFADO. ¿Qué hacemos?
En esta fase es muy importante mantener la calma, darle apoyo corporal y poner en marcha las estrategias aprendidas en la fase ANTES del enfado.
1. Mantener la calma.
Si, lo sé, es muuuy difícil, pero es la única manera de que esas situaciones se puedan reconducir porque sino sólo se hacen más y más grandes.
Ten en cuenta que la calma se contagia y además le estás dando tiempo para que pueda expresar su enfado. Recuerda que los enfado son normales, naturales y sanos; así que hay que dejar que los expresen para que a la larga no se conviertan en problemas.
Si el enfado se produce porque le estás poniendo un límite a tu hijo, por ejemplo estas en el parque y decides que es la hora de volver a casa, hay que mantener esa norma. Así podrá aprender dos cosas:
- Sentir y expresar enfados.
- No siempre conseguimos lo que queremos. Le estarás enseñando a ser tolerante a la frustración.
2. Darle apoyo corporal.
Mantener contacto corporal en esos momentos es importante, porque les ayuda a:
- Regular su respiración y poder ir hacia una respiración abdominal.
- Relajar sus músculos y dejar de sentir la necesidad de golpear o romper cosas.
- Volver al mundo real (como en el cuento de “La rabieta de Julieta” cuando se le desinfla la cara).
Este apoyo corporal puede ser tan sutil como ponerle una mano en el pecho y darle un pequeño masaje, o algo más intenso como un abrazo.
¿Necesitas controlar tus enfados?

Yo recomiendo ir desde la mano en el pecho hasta el abrazo, porque a veces, cuando el enfado es muy grande, un abrazo se puede ver como un ataque. Si se comienza con la caricia y se va viendo que se relaja, y continuamos con el abrazo será todo más gradual y más fácil de llevar para todos.
Se puede terminar lavando la cara con agua fría. Recuerda que cuando sentimos mucha rabia se nos sube la sangre a la cara y nos ponemos rojos. El agua ayuda a reducir esa temperatura y nos devuelve a un estado de más sosiego.
3. Poner en marcha las estrategias aprendidas en el Antes del enfado.
Ahora es el momento de poner en marcha lo que hemos aprendido en el ANTES DEL ENFADO. Aquellos juegos que servían para reducir el enfado o para expresarlo de una forma más adaptativa.
Utilizar la respiración abdominal, el bote de la calma o aplastar la bola de plastilina roja son algunas de las técnicas que seguro entrenaréis y que en esta fase es el momento de poner en marcha.
Lo único que tienes que tener en cuenta son dos aspectos:
- Cuando se está enfadado no se puede razonar. No es el momento de pedirle que entienda que eso que está haciendo no está bien.
- Si tu hijo tiene entre 3-5 años no tiene la suficiente madurez para poner en práctica por sí solo los ejercicios que habéis practicado para regular el enfado. Se los tienes que recordar tú, y lo tienes que hacer de una forma dulce y lúdica (por eso es importante mantener la calma).
Y ahora me preguntarás eso de: «¿¿ Pero como hago para no perder la calma y recordarle los trucos??»
Para no perder la calma tienes que entrenar. No hay atajos. Sé que no es fácil, sé que te costará pero también sé que quieres a tu hijo que lo lograrás!
Para recordarle los trucos…te pongo un ejemplo:
«Cariño, sé que estás enfadado, que quieres seguir viendo la tele, pero no puede ser»– Le tocas el pecho y se lo vas masajeando-
«¿Estás muy enfadado? ¿Quieres coger el bote de la calma?» – Le indicas la emoción que siente, y le propones una salida, si dice que no, le das un espacio de tiempo breve y le indicas otra técnica de las que has entrenado con él y la pones en práctica.
«¿Te encuentras mejor? Yo ya te veo más tranquilo/a. ¿Hablamos de lo que ha pasado?»
Y con todo esto llegamos al momento del DESPUÉS DEL ENFADO.
Después del enfado
Esta última fase se caracteriza por Hablar del enfado. No porque el enfado haya sido mayúsculo, que también puede ser, sino porque hablar sobre el enfado es tremendamente importante.
Es la guinda del pastel que llevas días preparando. Desde que comenzaste a jugar poniendo caras delante de un espejo, pasando por el cuento y sus preguntas, hasta llegar a ayudarle a superar un enfado…Todo ese trabajo, que no es nada fácil, estará incompleto si después de vivir un enfado o una rabieta no dedicas un ratito a hablar sobre ello.
Pregúntale qué le había ocurrido (aunque tú creas saberlo, pregúntaselo para que sea él mismo quien te lo cuente), por qué estaba así, qué hizo que se le pasase… Le puedes recordar alguno de los cuentos y cómo sus personajes superaron el enfado. En definitiva, ayúdale a poner nombre a esa emoción.
No le juzgues. El enfado es una emoción normal, los peques son pura emoción y por eso la viven tan intensamente. Sólo hay que ayudarlos a gestionarla.
Utiliza expresiones del tipo: «No me gusta verte así». Son mucho más eficaces y no hacen daño como el típico “no te quiero”.
Refuerza las cosas que sabe hacer. Díselas, aplaudele por ellas, hazle consciente de sus destrezas y habilidades. Estarás alimentando su autoestima y haciendo de él, un niño/a feliz.
Recuerda
- El enfado es una emoción sana y positiva.
- Si está enfadado es por algo. No te lo tomes como un ataque hacia tí.
- Para regular el enfado hay que entrenar ANTES, trabajar con mucha calma DURANTE y hablar sobre lo ocurrido DESPUÉS.
- Cuando el peque aprende, tú también lo haces.
Te dejo aquí los enlaces a los libros que te he recomendado durante el post. Seguro que te ayudan… ¡Así que espero le saques todo el jugo que tienen!
Ahora te toca a ti…
¿Conocías alguno de los ejercicios explicados en el post? ¿Los has probado? ¿Tuviste buen resultado?
Si conoces más cuentos o utilizas otros ejercicios para gestionar los enfados de tus hijos, coméntanos! Entre todos podemos seguir completando el artículo y esto ayudará a los demás padres.
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